12/10/09

Memoria fotográfica III

René busca desesperadamente a Miguel, a quien cree está detrás de todo. De pronto sale de la ciudad, aventurándose a buscarlo en su propia casa. Y efectivamente no pudo encontrarlo, hasta que decide regresar a la casa del viejo Alberto, donde encuentra a Miguel en persona. Agarrándolo por el cuello y un brazo, René ataca a Miguel, cuestionándolo sobre la desaparición de Ana. “Tu fuiste, tu eras el novio secreto, tu torturaste y amenazaste a todos para que negaran todo, tu eres el culpable de esto, sólo me estabas usando para saber si otros estaban enterados, sólo para monitorear si tus fechorías no había sido delatadas”

Miguel, en un grito de defensa, le dice “¿de qué hablas?” Pero René insiste “Tu fuiste, tu gabardina azul, tu gabardina azul te delató, esa señora de la oficina te identificó” De que hablas, la gabardina me la prestó mi padre el día que fui a verlo a usted en el café” Y de pronto René se detiene y Miguel cae inconsciente. Enfrente del hombre estaba el señor Alberto, con una jeringa recién usada y una pistola. 

René se da cuenta que el viejo Alberto era quien estaba detrás de todo. “Si señor René, lamento que tuviera que llegar a ésto, no estaba tan errado en su teoría, sólo se equivocó de hombre”. Y René, dudoso le pregunta “¿Porqué? ¿Porqué se tuvo que acostar con su sobrina?” Y el señor Alberto “¿Acostarme con mi sobrina? Insisto, se equivoca de hombre. Yo no me acosté con ella, fue mi hermano Gustavo. ¿Cree que un incesto es algo que todos podríamos aceptar, la comunidad donde vivimos? La verdad es que Gustavo y yo habíamos sido socios del gran capo que reina estos barrios, pero el hecho de que Ana fuera a delatar a su propio padre traería toda una investigación a éste lugar y muchos secretos en familia que serían difíciles de guardar.

No puedo permitir que eso pase, pero hemos mejorado, no somos tan salvajes para matar a todos los involucrados, simplemente hemos perfeccionado el arte de hacer olvidar, un poco de droga y de tortura y olvidan todo lo que queremos. Sólo hubo un par de bajas lamentables, aquellos quienes causaron todo esto, Ana y su padre. Mantuve a Miguel fuera de ello, pero ya no más, ustedes dos tendrán el mismo destino que todos los demás”. 

René de pronto cerró los ojos y dijo “no olvidaré, no olvidaré” “¿Pero no olvidará qué? señor Alberto, le hemos dicho que su historia es sólo una paranoia, una paranoia causada por su farsa de justificar el fraude, por hacernos creer que usted olvidó todo lo que debía, todo lo que le hizo a esa pobre familia” Decía un doctor en el Hospital, el mismo donde René había visitado a la señora Ofelia. 

“¿Porqué me dice Alberto?, mi nombre es René, Alberto me quiso quitar el recuerdo” pero el doctor le dice “¿Ah si, René, otra de sus múltiples facetas, como la de Miguel, recuerda? claro que no, usted nunca olvida.” Y el doctor se aleja de la cama donde René se encontraba. 

Una residente sin embargo se acerca a él, y le dice al oído “no se preocupe, yo le creo”, y René cierra los ojos, suelta una sonrisa y una lágrima, creyendo que quizás la aceptación de una persona es lo único que le queda. Y la mujer sale de la sala, mirando un reporte de desaparición, una póliza de seguro y una fotografía en sus manos; y sale de la sala, con una sonrisa hermosa, a pesar de tener un par de dientes chuecos. 

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