5/9/11

Versus lo inimaginable

Cuando era pequeño, la maestra de inglés nunca hubiera creído que sabría más de una docena de idiomas de adulto, pues con duras penas podía con el segundo idioma. 
 
Cuando estaba en la secundaria, en la clase de geografía, nunca figuré en la lista destacada del maestro. Ahora tengo un maestría en geografía, a pesar de no haber hecho la licenciatura en ella.
De manera similar, cuando estaba en el cch, mi maestro de ciencias políticas y sociales decía que no iba a ser bueno en la clase. Ahora curso el doctorado en ello mismo, nuevamente, sin haber tenido antecedentes académicos en la materia. 

De niño y adolescente era muy obeso. Los doctores aseguraban que para cuando tuviera 25 años, los problemas serían tales que mi esperanza de vida se vería sumamente reducida; sólo para que en mis veintes llegara a ser entrenador deportivo certificado y casi de un nivel atlético. 

De adolescente, una persona decía que me conocía mejor que “incluso yo mismo”. Nunca volví a hablar con él y seguro, aun con su conocimiento tan “infinito” sobre mi, no lo vio venir (ni supo todo lo que he anotado).

En un trabajo me dijeron que debería salir a menudo de la ciudad, pues mi conocimiento del mundo era muy limitado. Hasta la fecha llevo 15 países visitados, con planes de duplicar el número en los próximos años.

En la maestría alguien me dijo que no sabía nada de mi tema. Ahora doy clases sobre el.

Y como estas historias hay muchas más. Ahora, en el presente, me enfrento a gente que dice que no seré capaz de obtener mis objetivos y que soy muy ambicioso. Espero que la lógica de los logros sea aquella que verdaderamente demuestre que las cosas pueden cambiar y no los prejuicios de quien no me cree capaz de hacerlo.

2/5/11

Palabras que decimos sin pensar


Me he dado cuenta de todo lo que el vocabulario que usamos a diario generaliza, excluye e incluye tantas cosas que no pensamos en su origen y propaganda. Quiero ejemplificarlo en lo siguiente:
 
Animales: por alguna razón, cuando decimos animales la última especie que se nos viene a la cabeza es el mismo ser humano. La mayoría de las veces que usamos esa palabra, es para distinguirnos de las demás especies, no para incluirnos. 
 
Inteligencia: la inteligencia la entendemos en términos humanos y cuando decimos, por ejemplo “animales inteligentes”, creemos que ellos poseen una inteligencia como nosotros, cuando en realidad cada especie animal tiene un tipo de inteligencia diferente. Los humanos tenemos inteligencia humana, pero al parecer no somos lo suficientemente inteligentes (humanamente) en darnos cuenta.
 
Americanos: una de las más interesantes, pues la mayoría del globo asocia ese término a los “estadounidenses”, es decir, a la gente que vive en Estados Unidos, y no a todos los que viven en el continente americano, desde Alaska hasta la patagonia. Norteamericano también suele ser exclusivo de Estados Unidos, algunas veces incluye Canadá, pero rara vez a México y otros países de esa región.
 
Cristianos: término actualmente asociado a sólo una variante del cristianismo y no como término que englobe todas las demás. En teoría debería incluir a los creyentes católicos, ortodoxos, protestantes y muchas más que se deriven y donde de alguna forma, la figura de cristo sea la más representativa ( y aunque el islam también deriva en parte del cristianismo, no se considera una religión cristiana como tal y no lo contemplaría en primera instancia como parte de ésta categoría por el momento).
 
Terroristas: Originalmente un término asociado a aquellos grupos que causan caos, conflictos, bajas y destrucción por ideologías propias; pero ahora es un término que pareciera ser intercambiable con cualquier actividad criminal organizada. 
 
Dialectos: este término se refiere a las variantes de una sola lengua; pero al parecer mucha gente cree que dialecto es el término para cualquier lengua con pocos hablantes, específicamente indígenas. 
 
Sordomudos: la gente suele llamar sordomudos a los sordos, ¡Aunque no sean mudos!

Invidentes: los ciegos son invidentes, y no es porque no puedan ver, sino porque no pueden ver el futuro ni hacer profesias, como lo pueden hacer los videntes.

Ecologista: la ecología es una rama de la biología y ciencias asociadas que se encarga de estudiar las relaciones entre organismos y su entorno, y no necesariamente se refiere a la gente que tiene buenas intenciones con el ambiente.

24/1/11

Hipocresías y contradicciones que hacemos sin querer queriendo 3

Dentro de esta serie, enuncio lo más cercano que he encontrado a leyes o constantes del comportamiento o del pensamiento, o la acción humana, dada mi experiencia, tanto de sentido común como de sentido científico:

La gente dice una cosa, pero hace otra.

Si no lo padeces, no lo entiendes (y probablemente no te interese).

Lo que creemos que es nuevo, no es sino la versión actual de algo que se ha estado haciendo desde hace mucho.

Lo que creemos que es viejo, por más raro que parezca, sigue existiendo, al menos en algún lugar recóndito del mundo del cuál ni imaginas.

Por más educación laica y acceso a información científica e histórica, así como incluso en gente de educación superior, la mayoría sigue creyendo en la religión, mitos y leyendas; y ésta creencia siempre tendrá un lugar por encima de lo primeramente citado.

De igual manera, por más educación que tenga una persona, sus tendencias políticas suelen ser de corte dudoso y hasta cierto punto, simples (a los ojos del observador, no de ella).

La gente siempre abogara por cambios a su condición de vida, pero a la vez, los cambios implican cambios en el estilo de vida, los cuales la misma gente no piensa realizar.

17/1/11

El placer de viajar


Cuando uno viaja, lo hace en su mayor medida por placer. El placer se traduce de varias formas, sea para descansar, para conocer nuevos lugares y en general para distraernos de nuestra vida no viajera. Cuando uno viaja en una condición que implica trabajo del cual ya uno está atado a su lugar de residencia, la experiencia difícilmente se traduce como placentera de un viaje, tomando en cuenta que no se pueda dar uno una escapada de eso. 

Sin embargo, cuando uno viaja, sea a eventos o a lugares, al menos yo lo hago para ampliar mi conocimiento del mundo, salirme un poco más de la esfera donde vivimos y ver realmente cómo son los estilos de vida de otras personas, así como de disfrutar de paisajes, naturales como urbanos, que es lo que realmente me da satisfacción en un viaje. 

Cosas que no acostumbro ni comparto en los viajes a diferencia de otras personas es, por ejemplo, beber el alcohol local, dado que en general no bebo alcohol ni lo considero una experiencia necesaria. También probar platillos típicos de la región, claro está, que depende que los coma si contienen restricciones a mi dieta. Pero también lo es la compra de artesanías. No estoy en contra de comprar artesanías, simplemente no es algo que a mi me interese, ya que cuando viajo mi dinero tiene jerarquías, y la preferencia la tienen siempre las cosas básicas como la comida y el agua, el albergue, el transporte y las entradas a lugares. Las artesanías pasan luego a ser objetos guardados que sólo acumulan espacio innecesario, en cambio, las imágenes y experiencias siempre son bienvenidas en los recuerdos.

Pero el viajar también tiene sus consecuencias de corte negativo. Podemos encapsularlas en experiencias que también son de vital importancia, especialmente como prevención de la próxima aventura. No siempre suceden en todos los viajes, y su importancia dentro del mismo es muy variable, pero puedo enumerar las siguientes que he padecido: frío (por algunos días), falta de dinero (por algunos meses), hambre (por meses también, producto de lo anterior), reacciones alérgicas (en lugares tropicales generalmente a mosquitos, pero en lugares templados o fríos, a cosas que aún no he identificado) y finalmente la más reciente, una gripe común. 

Se preguntarán en qué gravedad puede compararse una gripe común a lo anterior, bueno, he aquí la cuestión, estamos tan acostumbrados a tratar los síntomas de la gripe por el acceso a medicamentos y al reposo, que rara vez nos preocupamos qué significa tener la infección. En mi caso, comenzó simplemente como ardor en la garganta, para luego ser lo suficientemente molesta que no me dejaba hablar, para después ser un agudo dolor de oídos. Hasta aquí creo que hemos padecido lo mismo casi todos los que hemos tenido gripe, pero el dolor fue cada vez más y más intenso, que los medicamentos que atacaban los síntomas simplemente ya no funcionaban, y el dolor era tal, que tragar saliva era extremadamente doloroso.

Era tan intenso, que sentía tragar alfileres y que éstos se repartían por mi garganta y oídos. Pero la cuestión es que, esencialmente, llegué al punto en que no sólo psicológicamente no podía dormir, sino fisiológicamente hablando. Si me dormía, el reflejo de la garganta de tragar saliva se activaba y me despertaba del dolor. Dada la enfermedad, mi cuerpo reaccionó con una gran salivación, al grado que en unas 6 horas salivaba cerca de un litro. Intenté dormir de manera en que la saliva saliera de mi boca en vez de irse a mi garganta, pero la salivación era tan grande que de todos modos se iba a ese lugar, dándome una sensación aún mayor, no sólo el ardor correspondiente que ya mencioné, sino la sensación de ahogamiento.

Esta última vez viajé en grupo, en una excursión, pero veía en sus ojos cómo solamente me observaban como niño chillón, en mi mente sólo quería una cosa, ya ni siquiera hablar, ya ni si quiera librarme del dolor, sino dormir, sólo dormir. Nunca lo logré durante el viaje. Cada hora, cada segundo que faltaba para regresar a casa se hacía más grande, como una dilatación del tiempo. Poco pude disfrutar de los últimos días. Mis compañeros sólo me preguntaban “¿Todavía sigues enfermo?”, o “Ah, probrecito, tienes dos días sin dormir”, etc. Incluso en el camión, una chica venía fumando dentro, y más aún, detrás de mi asiento.

Es aquí donde me doy cuenta de que, efectivamente, uno siempre debe valerse por si mismo, pues ni siquiera podemos confiarnos de la gente, que de por si he mencionado anteriormente, es hipócrita, por ello en realidad los que ayudan sobresalen ante los demás, porque los demás no lo hacen. En total fueron 92 horas sin poder dormir, sólo 4 horas más y hubieran sido 4 días completos. Mi récord anterior fueron cerca de 32 horas y ya estaba bastante molesto por la falta de sueño, pero ésto fue casi tres veces más.

No por ello fue un mal viaje, no faltaron las experiencias de paisajes y vida cotidiana de los lugareños que siempre busco; pero de cualquier modo te enseña un poco más de la naturaleza humana, de cómo algo pequeño puede ir creciendo hasta un punto que se vuelve difícil de controlar, y el placer de viajar queda de lado ante el dolor molesto de incomodidades inesperadas.