26/7/10

Crónicas del microbus: expectativas

Dentro de los múltiples momentos que podemos encontrar durante un viaje en el transporte público de la Ciudad de México, especialmente los microbuses y camiones, o bien, “peseros”, es cuando se llena de gente, tanta que llega hasta el estribo, arriesgando sus vidas con tal de no perder tiempo esperando uno vacío, que a veces puede tardar horas en pasar.

El chofer o su ayudante, no satisfechos en cómo están distribuidos los pasajeros, les gritan “recórranse” a pesar de que tal cosa es casi imposible. Pueden seguir así hasta que alguien se decida a gritarles que ya no se puede. Por otra parte, hay momentos en los que efectivamente todavía se puede recorrer, pero algunas personas deciden no hacerlo. Por ejemplo, esto sucede cuando vienen con alguien que está sentado, pero otras veces no es el caso. 

En ciertos momentos, se recorren hasta la puerta de salida, como si fueran a bajar, pero no lo hacen, especialmente los jóvenes. Tal comportamiento ha orillado a cuestionamientos absurdos de gente que quiere bajar y que pregunta a personas que se han parado de sus asientos y se han movido hacia la puerta de salida “¿va a bajar?”, como si su comportamiento no fuera suficiente para expresarlo.

Hay quienes también se colocan estratégicamente cerca de la puerta de salida, curiosamente parados y no sentados aunque hubiese lugar disponible, esperanto bajar pronto, si bien su próxima parada sea en media hora o más. Esto sucede sobre todo con quienes no están familiarizados con la ruta y de hecho llegan a bajarse mucho antes de llegar a su destino, yo diría que en promedio entre unos 100 hasta 500 metros antes.

Pero también está la gente que se sienta para bajarse unas escasas dos o tres cuadras después, incluso en los asientos de la ventana que requieren de que el pasajero de a lado se levante y estorbe momentáneamente a los parados para dejar pasar. A menudo se trata de señoras de 40 años en adelante, y sí, he notado que sí conocen la ruta, pero aún así prefieren descansar unos instantes a consta de irrumpir el orden de movilidad interna de pasajeros.

El espacio-tiempo es quizá el recurso más valioso dentro del transporte, no sólo por fuera.

1 comentario:

Lilith Lalin dijo...

Casual, recién leí un cuento llamado Ómnibus de Cortazár. A mi me encanta mirar a las personas en el metro e imaginarme conversaciones entre ellas.

Saludos