30/4/09

La influenza negativa de la sociedad

Desde el ojo del huracán de la epidemia global de influenza, me he dado cuenta que el problema va más allá de lo que todos hubiéramos imaginado. ¿Realmente es esta epidemia tan amenazante como nos lo hacen creer? No. Es una amenaza indudablemente, pero es más la amenaza de las acciones de los seres humanos que la del propio virus. 

En primer lugar, las cifras. Los decesos, entre casos confirmados y supuestos fluctúan entre menos de 10 a más de 160, lo cual remarca una total y clara falta de datos. En segundo lugar el perfil de los enfermos; hasta el momento se sabe poco al respecto. Lo que si es cierto es que la gran mayoría se encuentran en México. ¿Qué tienen los mexicanos que mueren y no los infectados que están en el resto del mundo? De lo poco que podemos saber las personas que murieron fueron aquellas que en una fase avanzada de la enfermedad no fueron atendidas en el momento óptimo. Esto contrasta con los infectados de otros países los cuales son detectados tan pronto pisen suelo y son constantemente vigilados y con seguimiento.

Creo que aquí tenemos un dato esencial. Por un lado una cultura mexicana de esperar al último momento. No me consta, sólo supongo, pero creo que no podemos dejar de lado esa posibilidad. Otra cuestión ha sido el hecho de que el sistema de salud mexicano es realmente deplorable y hasta hace poco el seguro social quedo accesible sólo a aquellos que pudieran pagarlo. De nueva cuenta, faltan datos, como quiénes fueron las personas acaecidas.

Ahora bien, la paranoia puede servir muy bien para el gobierno mexicano en los siguientes aspectos: Por un lado un control total de la población justo en momentos de reformas energéticas, educativas, guerra contra el narcotráfico y elecciones próximas. Además, una ayuda como la del Banco Mundial de alrededor de 200 millones de dólares no cae nada mal en momentos de crisis financiera, pero hay que recalcar que eso se adiciona a nuestra de por sí larga deuda externa.

Sin embargo, esa ayuda es mínima y totalmente insuficiente ante las pérdidas económicas que el país enfrenta y enfrentará. Si realmente hubo un plan maquiavélico detrás de esto, tendrán que pensarlo dos veces antes de volver a hacerlo. Por ejemplo las pérdidas ante la baja productividad en casi todos los sectores, especialmente aquellos que obtienen ingresos a partir de alguna actividad que requiera reunir gente en un espacio. Por otra parte, otra industria como el turismo, la cual es una de las más fuertes del país, reducirá bastante en un futuro próximo, más si ya de por sí las fronteras están cerradas al mundo.

Y aun cuando la crisis pase, los controles que tendrán otros países para los mexicanos, así como para las exportaciones serán mayores, lo cual podría reducir el flujo de personas y productos mexicanos a nivel internacional. 

Llaméenme loco, pero es muy curioso que cada cien años haya un cambio extraordinario en la organización social del país. Tal vez en doscientos años estemos recordando el bicentenario de la influenza y estemos enfrentado una nueva crisis social.

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