26/5/08

Froide sensation

J’écoute la vie crier
D’avoir un souffle de mouvement
Une situation si bien difficile
De n’avoir pas le tout pouvoir
L’espace de mon quart, est si vide que je me perds
Ce n’est pas ce que je pense
Ce seulement ma insistance

Je regarde le visage du désespoir
D’être témoin du assassinat
Mon frère est mort dans mon bras
Après un discussion sans importance
Ce l’amour ou ce la haine
On ne peut pas les séparer
Le fait est déjà fait dans ce moment

Je sens la puanteur du corps
Une sensation de incertitude
Imaginez le monde à l’envers
C’est surtout ce que je professe
Une justice aveugle comme dans les histoires
La prouve de mon innocence
Est perdu dans le même vide quart

Je touche l’air délicate de l’espérance
Est-ce que tu ne peux pas savoir ?
On est déjà dans le lieu de l’ignorance
Où on trouve de petites criminelles des rues sales
La sécurité n’est pas le meilleur partie du temps de l’avenir
La croyance sera la clé de la évasion
Pour finir la situation

Je savoure le café du matin
L’esprit tranquille dans le même vide quart
Où finalement je connais la dame du noir
Qui boit un peut de ma tasse
Elle n’a rien dit, car cette action est interdite
Mais j’espère que son silence
Sera le source de la confiance

19/5/08

El agua que disuelve la mente

Recientemente me ha llamado la atención un anuncio en la televisión mexicana sobre una marca de agua. Lo que voy a comentar, más bien criticar, no es en sí los efectos fisiológicos de dicha agua, sino en general los efectos sociales de la publicidad. ¿Por qué no comentar los efectos fisiológicos del consumo del agua? Bueno, no soy experto en el tema y por lo visto el debate sobre si son necesarias o no las sales en el agua para el organismo es algo en lo cual siento no tengo por el momento los conocimientos para poder argumentar sobre ello.

En cambio, me interesa apuntar cómo es la publicidad del producto. Se anuncia que esa marca de agua no contiene en absoluto sales de sodio y otras sustancias, simplemente es agua pura. El anuncio muestra a una mujer muy bella pero sumamente obsesionada con buscar algo que no contenga calorías y lo encuentra en dicha marca de agua. Para aquellos que están acostumbrados a escuchar críticas a la publicidad sentirán este texto repetitivo y envuelto en la obviedad, pero aseguro que muchos lectores pueden estar hartos de leer y oír lo mismo y aun así no decir o hacer algo al respecto, pues lo repetitivo se vuelve absurdo, cuando en realidad no debería ser así. Efectivamente, el dichoso anuncio no es el único de su tipo y corresponde a un movimiento publicitario cuyo objetivo es segmentar y confundir al mercado consumista.

Por un lado una parte de los anuncios muestran que el comer cosas deliciosas, en gran cantidad y a buen precio es de lo mejor (es decir, comida rápida y chatarra); mientras que otras se apuntan hacia la parte culposa a posteriori del efecto de los primeros, o sea, los anuncios que tratan sobre “alimentos saludables”, así como medicamentos y tratamientos para la salud, aunque sobre todo para la belleza física. Debido a la falta de conocimientos de la población, se crea un sentido común y una práctica social en la cual lo “bueno y correcto” es comer algo sabroso, pero cuidarse; hay que sacrificar todo por el placer de deleitarse por un alimento o bebida de gran sabor, pero hacer el mínimo esfuerzo por recuperar la salud, o más bien la forma física.

Aquel que se incline sólo por un lado tendrá consecuencias: Si se queda del lado de lo sabroso probablemente el sobrepeso le generará un gran estigma social, asimismo su salud fisiológica (y psicológica de la cual no se habla pero se sobreentiende) terminará con la persona. Por otra parte, aquel que se quede del lado de lo saludable será estigmatizado por su arrogancia y renuencia, y su papel como anacoreta culinario le hará ser visto como un externo al juego social de esta interacción alimentaria.

De esta interacción, en la cual se crea la ilusión de un balance alimentario, de lo sabroso a lo saludable, existe en realidad pérdidas de todo tipo. Una pérdida económica que es la cual interesa a los medios y las industrias que manejan los productos. Pero para la persona no sólo es la pérdida de su dinero, es la pérdida de salud, tiempo e ilusiones vacías, sustituidas en su mente por ilusiones que cegan la realidad del vacío, una pantalla o monitor de televisión que muestra una realidad que no es.

El anuncio del agua corresponde a ese segundo tipo de comerciales y productos, creados para compensar la ilusión de bienestar saludable. En realidad el mismo anuncio muestra ya de por sí la enfermedad (es decir, la obsesión, que después podría convertirse en desordenes alimenticios) como si fuera algo normal e incluso correcto. Por ello se crean entonces un tercer tipo de anuncios, aquellos para concienciar, tratar de manejar la culpa retroactiva hacia la sociedad. Es decir, aquellos que se dedican a promover la limpieza de las instituciones y sus productos y acusar a la gente de su negligencia por haber consumido esas mercancías.

El agua pura es en realidad aquella que existió antes de la transformación del mundo por parte del humano. Esa agua ya no existe, pero existen ilusiones sobre ella, como la del anuncio. El agua, ya nos podemos dar cuenta, es un bien privado, de estatus, de privilegios, de manipulación social, de poder y de lucha. Ese efecto a gran escala puede verse tan simple como en la conducta consumista y alimentaria de aquellos y aquellas que crean que beber el agua sin algo es lo más saludable.

12/5/08

Un viaje nocturno: la noche

La luna aparecía, su luz reflejaba las lágrimas de Gabriel. Ni idea tenía en cómo resolver su vida, mucho menos su tarea de matemáticas. Lo absurdo que significaba para él su futuro era igual a su interés en el presente. El llanto no acababa el dolor, fue entonces cuando reflexionó y un giro dramático en el momento llegó.

“Si pudiera ir a ese mundo de mi imaginación podría hacer lo que quisiera” pensaba mucho a su favor. Y de pronto una voz escuchó, afuera o dentro de su cabeza no importaba de donde emitía el sonido, sino el mensaje que debía dejar. “Gabriel, la clave para acabar tu malestar está en hacer la tarea” decía la voz. Gabriel, sorprendido, miraba a todos lados, no podía encontrarlo en ningún lugar.

“¿Quién eres?” decía Gabriel. “Soy yo, Emilio”. Gabriel soltó un suspiro de alivio al saber que su mejor amigo estaba ahí. “Gabriel, tienes que hacer la tarea, sólo así podrás aprender a sobrevivir” con tono persuasivo Emilio repetía una y otra vez. Gabriel convencido, sabía que lo podía hacer, en un santiamén terminó su deber.

“Acabé, pero dime, ahora que voy a hacer” Gabriel confundido de su acción esperaba una respuesta. “Simple, tienes que quebrar las reglas si quieres sobrevivir. Acompáñame, debes buscar el elixir, con él podrás terminar” decía Emilio seguro y misterioso de su discurso.

“¿Elixir, sobrevivir, de qué me hablas Emilio?” sin atar cabos pero siempre obediente, lo siguió…

5/5/08

El momento de la competencia

Siempre me he preguntado por qué tenemos que competir en todo, y a veces en cuestiones tan absurdas que hacen reflexionar su papel en el contexto social. La cultura del mexicano ha mostrado cierto grado de modestia, así que presentar atributos positivos es, hasta cierto punto claro está, mal visto por la sociedad.

En cambio, se opta por demostrar que uno es una mejor persona conforme la mala salud y la peor vida que se lleva se acentúa. Muchos hombres, y algunas mujeres, quieren mostrar su gran valor conforme más bebidas alcohólicas injieren, sin llegar a un estado etílico notable. Otros, sin embargo, acentúan su grandeza al aceptar su problema alcohólico y celebran el ser borrachos. Algunos más tratan de indicar que su conocimiento de marcas de bebidas alcohólicas es sinónimo de intelectualidad y gran clase (y nuevamente podríamos ejemplificarlos en los casos del café, el cigarro, aunque saliéndome un poco del tema también se me vienen a la mente los autos).

El dormir las menos horas es también sinónimo de vitalidad; entre más tarde uno acabe su día, mejor valoración se tiene de uno mismo. Pero que mejor que simplificar todo y decir que a uno le ha ido “de la patada”. Aquellas personas gozan de popularidad y siempre que uno demuestre su mala suerte, el otro dirá, sin saber incluso el caso particular de uno, que su vida es aún peor y con ello obtienen, por decirlo de una forma, el derecho de tener la última palabra; pues al parecer se tiene la fantasía de que entre más mal le va uno, más “experiencia de la vida tiene”, por lo que su sabiduría y respeto debe ser tomados en cuenta.

Entonces pienso hasta qué punto la gente se conoce a sí misma, si realmente ha hecho un momento de reflexión sobre hasta donde llegan sus propios límites. Nunca lo sabremos, puesto que sólo tenemos su discurso y un protocolo de reglas implícitas donde lo que importa es ganar o ser sumiso ante la victoria del otro.