1/12/08

Qué decir sin decir nada

Los últimos meses han sido una experiencia un tanto extraña. Incrustado ahora en otro contexto me siento doblemente ajeno y doblemente más parte de mi anterior ambiente. Me encuentro sin inspiración no por el hecho de que no la tenga, sino que realmente donde ahora estoy no se viven las cosas cómo las solía vivir y eso me deja, temporalmente sin comentarios; porque quizás lo que diga de aquel anterior contexto ya no se vive igual o porque lo que vivo en el actual es sólo mi percepción y no la realidad. Sin embargo, a final de cuentas, eso sucede en ambos contextos.

¿Qué es parte de la vida actual? Suceden muchas cosas alrededor del mundo, especialmente la victoria de Obama en las elecciones de Estados Unidos y la crisis económica global que dicho país ha generado. ¿A nivel local? En México, la percepción de violencia se ha desatado, como aquel trágico incidente en Morelia en las festividades de la independencia; o quizás aquel “accidente” de avión donde personajes del gobierno murieran y en su camino se llevaran un gran daño colateral. Mientras tanto la reforma petrolera fue aprobada en plena crisis. ¿Y en el otro local dónde estoy ahora? Pues al parecer no hay tanta excitación por alguna noticia en particular, o al menos no se manifiesta de la misma forma a la que estoy acostumbrado.

La pregunta sería ¿cómo hablar de la vida cotidiana en estos tiempos, donde al parecer lo macro fuera más importante que lo micro? No es así. Hablamos de historia, a veces nos enfocamos sólo en lo grande, en lo muy conocido, pero no en lo sobreentendido. Decía el historiador Fernand Braudel que existen diferentes duraciones. Hoy vivimos un momento de corta duración que marca lo que vendrá, pero a su vez marcado por acontecimiento de mayor duración del cual a veces no somos conscientes por su ritmo lento.

Por el contrario, la vida cotidiana tiene un ritmo volátil, efímero, como una fotografía que queda plasmada en el tiempo y en el espacio. Cada momento es un marco, un cuadro de película y juntándolos poco a poco la vamos armando. A veces las películas tienen secuelas, así como precuelas, que nuevamente habría que seguir armando. Esta idea es más acorde a una postura de un Erving Goffman más avanzado.

Pero éste análisis requiere de encontrar esa relación entre cuadro a cuadro y de una película, dónde lo grande comience a tener sentido en lo pequeño, en una serie de filtros de escalas que nos permitan ir de lo micro a lo macro y viceversa, en un juego de análisis y crítica más acorde a los términos de Henri Lefebvre o de C. Wright Mills. Es un ejercicio difícil, a veces sólo entendido por uno mismo, que cuando lo plasma en palabras deriva en la múltiple interpretación de aquellos a los cuáles se les comunica o informa.

No sólo he notado discrepancias en la “cultura” en la que estoy ahora, sino también ciertos paralelismos, aquellos que creía eran propios de la mía. Y es a final de cuentas lo más difícil de entender, pues dentro de una cultura existen muchas otras en su interior, algunas veces derivadas de la grande y algunas como productos de otros procesos como la migración; y aquello resultante es la interacción (lo micro) que se da mientras la asimilación (lo macro) se va formando.

El juego de lo micro a lo macro es de un cambio de escalas, sean espaciales, sean temporales, sean culturales, etc. En el proceso no sólo hay que describirlas, sino criticarlas, entendiendo crítica como una forma de análisis tan necesaria como la descripción. Algunos se dedican a explicar sólo el pasado, otros sólo el presente, otros a inferir el futuro. A fin de cuentas, terminamos hablando sobre un tiempo más acorde a nuestras necesidades, proyectándolas en otras formas imaginadas, como es el caso del arte y sus múltiples facetas.

A veces es difícil distinguir entre ficción y realidad. Un cuadro, un libro, una canción, una construcción, reflejan la idea de su autor y de su sociedad. Suele ser más flexible citar un libro, un verso, un poema o incluso un cuadro que un autor o teoría, porque se piensa menos serio por ser la percepción de una persona o una metáfora solamente, o incluso por que posee una estética que lo hace más agradable en su recibimiento que lo crudo o desnudo de la realidad, que a fin de cuentas, suele ser otro tipo de interpretación, con un sentido “poco artístico” pareciera.

Eso artístico, eso crítico, ese análisis y disfrute de la creación es parte de ésto. Me gustaría creer que los invito a pensar, sea pensar conmigo o sin mí, mas no a simplemente informar, algo que siento que terminan queriendo los lectores. Quizás no sea yo, ni ellos o ustedes, sino que es parte de esos procesos micros y macros que percibimos, pero de los que no nos importa hablar. No soy de la idea de determinaciones, sino de procesos conjuntos que se sobreponen en la complejidad. Por ello no los culpo, pero tampoco los justifico.

No los culpo porque muchas veces no somos capaces de ver más allá. Pero no los justifico cuando sí somos capaces, pero decidimos ignorar. Finalmente la motivación real es pensar que lo plasmado deja de ser un monólogo personal para convertirse en un monólogo público. Compartir, uno de los sedimentos sociales, es parte de lo que hago, aunque parezca lo contrario.

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