Para finalizar, la copia no finalizada de la litografía de 1960 llamada Ascending and Descending, es la que hice a lápiz. Es uno de los dibujos clásicos de M.C. Escher, así que no me quería quedar con las ganas de intentarlo. Por cuestión de tiempo no fue terminado y ahora que lo he redescubierto prefiero mantenerlo hasta donde llegó, pues no es en sí un trabajo no finalizado, sino un recuerdo de cierto momento.
20/10/08
13/10/08
Curiosidades de las lenguas españolizadas
Muchos conocedores de la lengua inglesa frecuentemente corregimos, aunque sea mentalmente, la pronunciación de ciertas palabras y frases en aquellos que no lo hacen fielmente. Reconocemos que mucha gente no posee el conocimiento de la lengua e improvisaciones en una españolización de las palabras surgen a menudo. A nivel cotidiano no parece mayor problema si esa persona no tiene la más mínima intención de demostrar su conocimiento de la lengua, sino de aquello a lo cual se refiere la palabra o establecer una comunicación.
¿Pero qué sucede en otros ambientes, donde la etiqueta y la buena dicción deberían ser objetos de buena presentación? Recuerdo a Raúl Velasco, un presentador de la televisión mexicana ya fallecido, como en su programa Siempre en domingo solía pronunciar la palabra Miami de una forma españolizada, es decir, literalmente, tal cual “Miami” , no “Mayami” (de aquí en adelante, haré aproximaciones de cómo podrían ser las pronunciaciones de diversas palabras bajo este método de escritura, sin duda, el texto estaría más enriquecido si se pudiera hacer de forma oral, pero como no es el caso por ahora, improvisaré de esa forma).
Otro ejemplo es Chabelo, conocida figura del entretenimiento mexicano, quien en su programa En familia con Chabelo solía pronunciar el nombre Darth Vader como “Darbader”. No los culpo por su falta de conocimiento del inglés, pero me pregunto si siendo programas televisivos, muy probablemente debían tener un asesor o alguien que los corrigiera, pero supongo que no era lo que les importaba. Como podrán notar, mis ejemplos son un poco antiguos, ya que si me tomara la molestia de ver televisión abierta estos días probablemente encontraría una infinidad.
De aquí paso a otro escenario y otra lengua. En este caso me referiré al francés en el aspecto académico. Habría que aclarar que la lengua francesa tiende a afrancesar la pronunciación de las palabras extranjeras; por ejemplo, Hollywood debería pronunciarse con una “H” muda. Ya que así es la regla en Francia, se supondría que los mexicanos deberíamos respetar la pronunciación afrancesada, pero no es así y muchas veces lo peor es que ni siquiera españolizamos la pronunciación, sino que la pasamos al inglés también.
Por ejemplo, uno de mis autores favoritos, Henri Lefebvre, cuyo nombre debería pronunciarse en francés y con una “h” muda, suele ser pronunciado como “Jenrri Lefebre”, es decir, el nombre en inglés y el apellido en francés españolizado. Otros ejemplos son los filósofos Descartes y Sartre, quienes son pronunciados en total españolización. Con uno de los autores clásicos de la literatura francesa, Antoine de Saint-Exupéry, me ha tocado escuchar como pronuncian su nombre completo en total españolización igualmente.
Una expresión en francés muy famosa en ciencias sociales y especialmente en economía, laissez faire, suele ser pronunciada de modos muy interesantes. Una aproximación vaga a la pronunciación en francés podría ser en español “leze ferr”; pero he llegado a escuchar pronunciaciones que van desde “laises faire” pronunciadas tal cual en español, a “lais fair”, o incluso pronunciando faire como “fire” en inglés, o sea, como la palabra fuego en inglés.
Excepciones existen, como la correcta pronunciación de Rousseau. Sin embargo, aquí recalco algo interesante y es no la españolización del nombre, sino la traducción del mismo. Difícilmente escuchamos hablar de Jean Jacques Rousseau, pero si de “Juan Jacobo Rusó”. Esta regla parecería un tanto chistosa en Alemania, donde se procura que los nombres permanezcan en su idioma original. Y con esta lengua existen millones de apellidos de hombres de la historia que son algunas veces pronunciados en buen alemán estándar y otras veces en españolización bizarra. Por ejemplo el apellido del filósofo Friedrich Nietzsche, muchas veces nos lo hemos encontrado como “Nich”,“Niche”, “Nietche” o “Niechge”.
La cuestión es que, muchas veces, las pronunciaciones de las cuales remarco son frecuentemente utilizadas en niveles de educación superior; entre académicos, investigadores y doctores; en simposios, conferencias y cátedras universitarias. Uno pensaría que en esos sitios debería existir una buena pronunciación de las lenguas, pero la realidad dista mucho de las especulaciones.
Y un poco alejándome de la pronunciación de las palabras extranjeras, no crean que me olvidé del mismo español, cuyo uso también es muchas veces incorrecto. Dos ejemplos de frases muy utilizadas en dichos círculos académicos, son erróneas. Por un lado me refiero a la frase “mas sin embargo”, una redundancia que, mas sin embargo, denota gran intelecto; o ignorancia, pues aquí debería usarse el “mas” o el “sin embargo”, que significan los mismo. Por otro lado, la frase “en base a” también es otra recurrente de la dicción académica, de no ser porque “con base en” es la frase correcta.
Pero no hay que preocuparse, pues muchas veces las pronunciaciones, si bien no en su regla original, son aceptadas en ciertos momentos y pasan a segundo plano. Lo malo es que aunque estos ejemplos no sean vitales para cambiar la estructura educativa de las lenguas, si denotan precisamente la poca preocupación que se tiene, al menos en México, de no dar una mejor calidad de la misma.
¿Pero qué sucede en otros ambientes, donde la etiqueta y la buena dicción deberían ser objetos de buena presentación? Recuerdo a Raúl Velasco, un presentador de la televisión mexicana ya fallecido, como en su programa Siempre en domingo solía pronunciar la palabra Miami de una forma españolizada, es decir, literalmente, tal cual “Miami” , no “Mayami” (de aquí en adelante, haré aproximaciones de cómo podrían ser las pronunciaciones de diversas palabras bajo este método de escritura, sin duda, el texto estaría más enriquecido si se pudiera hacer de forma oral, pero como no es el caso por ahora, improvisaré de esa forma).
Otro ejemplo es Chabelo, conocida figura del entretenimiento mexicano, quien en su programa En familia con Chabelo solía pronunciar el nombre Darth Vader como “Darbader”. No los culpo por su falta de conocimiento del inglés, pero me pregunto si siendo programas televisivos, muy probablemente debían tener un asesor o alguien que los corrigiera, pero supongo que no era lo que les importaba. Como podrán notar, mis ejemplos son un poco antiguos, ya que si me tomara la molestia de ver televisión abierta estos días probablemente encontraría una infinidad.
De aquí paso a otro escenario y otra lengua. En este caso me referiré al francés en el aspecto académico. Habría que aclarar que la lengua francesa tiende a afrancesar la pronunciación de las palabras extranjeras; por ejemplo, Hollywood debería pronunciarse con una “H” muda. Ya que así es la regla en Francia, se supondría que los mexicanos deberíamos respetar la pronunciación afrancesada, pero no es así y muchas veces lo peor es que ni siquiera españolizamos la pronunciación, sino que la pasamos al inglés también.
Por ejemplo, uno de mis autores favoritos, Henri Lefebvre, cuyo nombre debería pronunciarse en francés y con una “h” muda, suele ser pronunciado como “Jenrri Lefebre”, es decir, el nombre en inglés y el apellido en francés españolizado. Otros ejemplos son los filósofos Descartes y Sartre, quienes son pronunciados en total españolización. Con uno de los autores clásicos de la literatura francesa, Antoine de Saint-Exupéry, me ha tocado escuchar como pronuncian su nombre completo en total españolización igualmente.
Una expresión en francés muy famosa en ciencias sociales y especialmente en economía, laissez faire, suele ser pronunciada de modos muy interesantes. Una aproximación vaga a la pronunciación en francés podría ser en español “leze ferr”; pero he llegado a escuchar pronunciaciones que van desde “laises faire” pronunciadas tal cual en español, a “lais fair”, o incluso pronunciando faire como “fire” en inglés, o sea, como la palabra fuego en inglés.
Excepciones existen, como la correcta pronunciación de Rousseau. Sin embargo, aquí recalco algo interesante y es no la españolización del nombre, sino la traducción del mismo. Difícilmente escuchamos hablar de Jean Jacques Rousseau, pero si de “Juan Jacobo Rusó”. Esta regla parecería un tanto chistosa en Alemania, donde se procura que los nombres permanezcan en su idioma original. Y con esta lengua existen millones de apellidos de hombres de la historia que son algunas veces pronunciados en buen alemán estándar y otras veces en españolización bizarra. Por ejemplo el apellido del filósofo Friedrich Nietzsche, muchas veces nos lo hemos encontrado como “Nich”,“Niche”, “Nietche” o “Niechge”.
La cuestión es que, muchas veces, las pronunciaciones de las cuales remarco son frecuentemente utilizadas en niveles de educación superior; entre académicos, investigadores y doctores; en simposios, conferencias y cátedras universitarias. Uno pensaría que en esos sitios debería existir una buena pronunciación de las lenguas, pero la realidad dista mucho de las especulaciones.
Y un poco alejándome de la pronunciación de las palabras extranjeras, no crean que me olvidé del mismo español, cuyo uso también es muchas veces incorrecto. Dos ejemplos de frases muy utilizadas en dichos círculos académicos, son erróneas. Por un lado me refiero a la frase “mas sin embargo”, una redundancia que, mas sin embargo, denota gran intelecto; o ignorancia, pues aquí debería usarse el “mas” o el “sin embargo”, que significan los mismo. Por otro lado, la frase “en base a” también es otra recurrente de la dicción académica, de no ser porque “con base en” es la frase correcta.
Pero no hay que preocuparse, pues muchas veces las pronunciaciones, si bien no en su regla original, son aceptadas en ciertos momentos y pasan a segundo plano. Lo malo es que aunque estos ejemplos no sean vitales para cambiar la estructura educativa de las lenguas, si denotan precisamente la poca preocupación que se tiene, al menos en México, de no dar una mejor calidad de la misma.
6/10/08
Normal
¿Qué es lo normal? Sin duda una pregunta fuera de lo normal. Puede ser la media, el promedio o cualquier cuestión estadística que pretenda resumirnos el significado con números. Pero podría decirse que es aquello que consideramos común a todos o a la gran mayoría, algo que difícilmente cambia. ¿Pero qué es eso que consideramos normal? Recordé haber visto una historia donde alguien famoso deseaba tener una vida normal para así salir de sus problemas. La pregunta sería ¿Qué es lo que el famoso considera normal? Yo pensaría que es la condición de no tener fama.
Fue entonces que se me vino a la mente el hecho de que lo normal es aquello que no es extraordinario para uno. Si lo pensamos, mucha gente habrá en algún momento de su vida reflexionando sobre lo mismo que aquel famoso, en ser una persona normal, pues pensamos muchas veces que nuestros problemas son extraordinarios. Lo mejor de todo es cuando averiguamos que nuestros problemas son de lo más normal, pero nos rehusamos a pensar en ello. Yo diría que el pensar que somos normales nos deja preocupados por lo poco importantes que podríamos ser.
Lo malo de ésto es si nos dejamos llevar y nos enajenamos de nosotros mismos, así como de los demás; la capacidad empática se acentúa o se pierde en la búsqueda del sentido a los hechos. Pero aquello extraordinario no necesariamente son problemas, son cualquier situación, condición y experiencia única, sin ser propiamente negativa. Al fin y al cabo, los normales son a pesar de todo diferentes, pero nos esforzamos en homogeneizar las diferencias cuando conviene.
Fue entonces que se me vino a la mente el hecho de que lo normal es aquello que no es extraordinario para uno. Si lo pensamos, mucha gente habrá en algún momento de su vida reflexionando sobre lo mismo que aquel famoso, en ser una persona normal, pues pensamos muchas veces que nuestros problemas son extraordinarios. Lo mejor de todo es cuando averiguamos que nuestros problemas son de lo más normal, pero nos rehusamos a pensar en ello. Yo diría que el pensar que somos normales nos deja preocupados por lo poco importantes que podríamos ser.
Lo malo de ésto es si nos dejamos llevar y nos enajenamos de nosotros mismos, así como de los demás; la capacidad empática se acentúa o se pierde en la búsqueda del sentido a los hechos. Pero aquello extraordinario no necesariamente son problemas, son cualquier situación, condición y experiencia única, sin ser propiamente negativa. Al fin y al cabo, los normales son a pesar de todo diferentes, pero nos esforzamos en homogeneizar las diferencias cuando conviene.
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