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17/5/10

Cultura tecno: la nueva edad oscura del conocimiento 2

He sido rechazado y discriminado por mi inteligencia e intereses académicos por mis pares, maestros y gente regular de la vida cotidiana fuera de las aulas. Pero al parecer el proyecto de la modernidad ha llegado a tal extremo que la hipocresía es tal, que incluso escuelas me han rechazado el ingreso por mis antecedentes académicos, que, independientemente del buen promedio, no llenan el perfil; un perfil fijo que no cuestione ni se desvíe de su objetivo original. Pero la novedad que me tocó recientemente fue el haber sido cuestionado y saboteado por una psicóloga, quien considero “grave” continuar con mis estudios, sin saber ni importarle mis motivaciones.

Ese es el presente, la edad oscura del conocimiento, una ingenuidad y contradicción de la sociedad, que rechaza a los intelectuales que la cuestionen, que se atrevan a pensar diferente. Pero eso no necesariamente suena extraño ni ajeno a casi cualquier momento de la historia, pero el énfasis es precisamente el hecho de que la edad moderna aparentemente premia el conocimiento. Lamentablemente ese premio es sólo para quienes crean técnicas y tecnología al servicio de las industrias, así como aquellos que se encargan de gestionarlas, lo cual fue ya mencionado hasta el cansancio anteriormente por mí.

Aquel que hace dinero es admirado y considerado normal, pero aquel que busca un sentido de la vida basado en otros proyectos es anormal; donde el dinero, si bien parte de, no es su fin único. Desgraciadamente, aquel que obtenga satisfacción existencial de actividades que no se relacionen con obtener ingresos es considerado desviado, una anomia.

Lo normal es trabajar sin cuestionar, ganar dinero y gastarlo en el consumismo, donde hipócritamente creemos que somos felices, aunque no sea cierto. Yo sé que no digo cosas nuevas, pero es una cuestión “grave” no seguir mencionándolo, pues asumir la realidad es una cosa, pero hacer algo por cambiar esa realidad es otra. Mi trabajo para cambiarla consiste al menos en compartir mi punto de vista.

6/7/09

Cultura tecno: La nueva edad oscura del conocimiento

La inmersión en un sistema social ya muy definido por una educación segmentada y editada muchas veces imposibilita ver “más allá” de lo que las estructuras van creando. En las sociedades industriales, especialmente aquellas que forman a la clase trabajadora del sector secundario y principalmente del terciario, han incrementado cada vez más sus estudios hacia las ingenierías y carreras con referencia a negocios como administración o marketing. Cada vez encuentro menos gente dedicada a otras alternativas, ni siquiera el hecho de decir “me hubiera gustado” o “al menos compro libros, visito museos de” encuentro, ni mucho menos algo parecido pareciera nacer. 

Estas profesiones son las que crearan a los obreros de la globalización, produciendo tecnología y vendiéndola. Se siguen las carreras como extensiones de la ecuación básica, como un paso entre bachillerato y universidad sin necesariamente una verdadera elección. Por una parte envidio a quienes realmente les gusta y tienen aptitudes para la carrera, pues están en el mejor momento que jamás pudieran tener, pero no son ellos quienes me preocupan, sino todos los demás. 

Otra cuestión que me ha llamado la atención no es en sí lo corruptos que están los medios, cuya información tiene nada veraz; sino los “medios alternativos” los que me han consternado, canales culturales o similares, done la gente inteligente es mostrada como aquella que maneja algún conocimiento relacionado con la tecnología (no nada más las múltiples facetas de la ingeniería, sino incluso ya la muy de moda biotecnología y la computación). 

La gente que aparece como innovadora, la que construirá el futuro en realidad se preocupa, al menos como lo presentan, en hacer más eficiente una tecnología, pero no una sociedad; aunque el discurso obviamente sobreentiende sin que sea verdad necesariamente, que con una mejor tecnología habrá una mejor sociedad. Por ejemplo, hacer un auto cada vez más veloz, pero no uno más seguro. Crear métodos para hacer que la “cruda” o el efecto embriagante del alcohol dure menos tiempo, pero no cómo combatir la adicción y disminuirla. 

Mejores tecnologías de reconocimiento de la persona y de espionaje, pero no sobre acuerdos internacionales y de cooperación que hagan amigables a las naciones entre sí para un mejor desarrollo social, y aunque existen aquellos que si se relacionan con esos temas, obviamente no omiten la parte tecnológica que favorece a ciertos sectores pero no a toda la población.

Por otra parte, las historias de ficción y entretenimiento modernas muestran a un hombre o mujer inteligente estereotipado como alguien que domina una técnica o tecnología, alguien bueno con los números y con la maquinaria. El hacker o el programador es ahora el líder de un equipo, y si no lo es, al menos es crucial e indispensable. El científico explorador por otra parte es un aventurero, pero no un pensador.

Sin embargo, ¿Dónde está el pensador social? Él si está en la historias, pero juega un rol diferente, el del antagonista. Él es quien quizás está más preocupado por cambiar el orden social, mientras que el héroe es quien trata de mantener el status quo del mismo. Ambivalencias suceden cuando el villano ya tiene en su control el orden social, donde de cualquier modo el héroe tratará de luchar por recuperar ese orden original, correspondiente a los ideales contemporáneos del mundo real, aunque la historia ficticia esté ambientada en el pasado o en el futuro con respecto a nuestro tiempo. 

¿Entonces realmente estamos o no ante una edad oscura del conocimiento, al menos de buscar un verdadero conocimiento? No es difícil darse cuenta de que la investigación original no es financiada por los gobiernos tanto como la aplicada. Si alguien no cuenta con alguna especialización es tachado de incompetente. Si tiene más de una (que en primera instancia no parezca próxima a la otra) es tachado de indeciso y por consiguiente, le es requerido que se concentre sólo en una.

¿Qué podemos concluir? Al parecer existe una variada gama de opciones de profesionalización, pero una aún segmentada y favorecida división social del trabajo, que crea ideología. El ideal renacentista del “todólogo” no es entendido ni respetado actualmente, especialmente si no circunnavega en las ya mencionadas favorecidas labores y mucho menos si las cuestiona. La visión tecnocrática domina sin que nos demos cuenta que entre más creamos en ésto, más contribuimos a mantener y reproducir el status quo de la desigualdad, una ignorancia que ha prevalecido siempre. 

13/10/08

Curiosidades de las lenguas españolizadas

Muchos conocedores de la lengua inglesa frecuentemente corregimos, aunque sea mentalmente, la pronunciación de ciertas palabras y frases en aquellos que no lo hacen fielmente. Reconocemos que mucha gente no posee el conocimiento de la lengua e improvisaciones en una españolización de las palabras surgen a menudo. A nivel cotidiano no parece mayor problema si esa persona no tiene la más mínima intención de demostrar su conocimiento de la lengua, sino de aquello a lo cual se refiere la palabra o establecer una comunicación.

¿Pero qué sucede en otros ambientes, donde la etiqueta y la buena dicción deberían ser objetos de buena presentación? Recuerdo a Raúl Velasco, un presentador de la televisión mexicana ya fallecido, como en su programa Siempre en domingo solía pronunciar la palabra Miami de una forma españolizada, es decir, literalmente, tal cual “Miami” , no “Mayami” (de aquí en adelante, haré aproximaciones de cómo podrían ser las pronunciaciones de diversas palabras bajo este método de escritura, sin duda, el texto estaría más enriquecido si se pudiera hacer de forma oral, pero como no es el caso por ahora, improvisaré de esa forma).

Otro ejemplo es Chabelo, conocida figura del entretenimiento mexicano, quien en su programa En familia con Chabelo solía pronunciar el nombre Darth Vader como “Darbader”. No los culpo por su falta de conocimiento del inglés, pero me pregunto si siendo programas televisivos, muy probablemente debían tener un asesor o alguien que los corrigiera, pero supongo que no era lo que les importaba. Como podrán notar, mis ejemplos son un poco antiguos, ya que si me tomara la molestia de ver televisión abierta estos días probablemente encontraría una infinidad.

De aquí paso a otro escenario y otra lengua. En este caso me referiré al francés en el aspecto académico. Habría que aclarar que la lengua francesa tiende a afrancesar la pronunciación de las palabras extranjeras; por ejemplo, Hollywood debería pronunciarse con una “H” muda. Ya que así es la regla en Francia, se supondría que los mexicanos deberíamos respetar la pronunciación afrancesada, pero no es así y muchas veces lo peor es que ni siquiera españolizamos la pronunciación, sino que la pasamos al inglés también.

Por ejemplo, uno de mis autores favoritos, Henri Lefebvre, cuyo nombre debería pronunciarse en francés y con una “h” muda, suele ser pronunciado como “Jenrri Lefebre”, es decir, el nombre en inglés y el apellido en francés españolizado. Otros ejemplos son los filósofos Descartes y Sartre, quienes son pronunciados en total españolización. Con uno de los autores clásicos de la literatura francesa, Antoine de Saint-Exupéry, me ha tocado escuchar como pronuncian su nombre completo en total españolización igualmente.

Una expresión en francés muy famosa en ciencias sociales y especialmente en economía, laissez faire, suele ser pronunciada de modos muy interesantes. Una aproximación vaga a la pronunciación en francés podría ser en español “leze ferr”; pero he llegado a escuchar pronunciaciones que van desde “laises faire” pronunciadas tal cual en español, a “lais fair”, o incluso pronunciando faire como “fire” en inglés, o sea, como la palabra fuego en inglés.

Excepciones existen, como la correcta pronunciación de Rousseau. Sin embargo, aquí recalco algo interesante y es no la españolización del nombre, sino la traducción del mismo. Difícilmente escuchamos hablar de Jean Jacques Rousseau, pero si de “Juan Jacobo Rusó”. Esta regla parecería un tanto chistosa en Alemania, donde se procura que los nombres permanezcan en su idioma original. Y con esta lengua existen millones de apellidos de hombres de la historia que son algunas veces pronunciados en buen alemán estándar y otras veces en españolización bizarra. Por ejemplo el apellido del filósofo Friedrich Nietzsche, muchas veces nos lo hemos encontrado como “Nich”,“Niche”, “Nietche” o “Niechge”.

La cuestión es que, muchas veces, las pronunciaciones de las cuales remarco son frecuentemente utilizadas en niveles de educación superior; entre académicos, investigadores y doctores; en simposios, conferencias y cátedras universitarias. Uno pensaría que en esos sitios debería existir una buena pronunciación de las lenguas, pero la realidad dista mucho de las especulaciones.

Y un poco alejándome de la pronunciación de las palabras extranjeras, no crean que me olvidé del mismo español, cuyo uso también es muchas veces incorrecto. Dos ejemplos de frases muy utilizadas en dichos círculos académicos, son erróneas. Por un lado me refiero a la frase “mas sin embargo”, una redundancia que, mas sin embargo, denota gran intelecto; o ignorancia, pues aquí debería usarse el “mas” o el “sin embargo”, que significan los mismo. Por otro lado, la frase “en base a” también es otra recurrente de la dicción académica, de no ser porque “con base en” es la frase correcta. 

Pero no hay que preocuparse, pues muchas veces las pronunciaciones, si bien no en su regla original, son aceptadas en ciertos momentos y pasan a segundo plano. Lo malo es que aunque estos ejemplos no sean vitales para cambiar la estructura educativa de las lenguas, si denotan precisamente la poca preocupación que se tiene, al menos en México, de no dar una mejor calidad de la misma.

28/4/08

The lines of language education: a mexican case

Sometimes there’s a lack of information, data and discussion about some topics because the minor interest that represent for the people who live it; so to argue the next text, I needed to use my experience of my everyday life again, but currently the most resourceful base for critique.

For about almost of my levels of basic and superior education, I saw that the study of the English language was an ever presence in the academic curricula. Most of this academic life that I had in the study of languages was particularly in English, which wasn’t one of my favorite subjects. Nonetheless, at some point the knowledge opened the doors to much information, especially that which needed time to be translated or interpreted by some people or institution into Spanish material.

However, what most has surprised me is the fact that, despite these efforts, the minority of my acquaintances have a good level in the language. What seems to be actually is the knowledge of some phrases or words, but without an integration that can make some sense. What can be behind this phenomenon? I think in two suppositions: One could be that because the imposition of a foreign language study must be felt annoying, especially because the country that most encourage it is the United States, which is not particularly a good example of a motivation because of its unique culture perceived here.

Another idea, which not necessarily excluded the previous one, is the fact that even Spanish language education is not a good example of national pride. The deficient system of education has also privileged Spanish over the other regional languages within the country. So, what to expect, if all the language education in general is only reduced to the barely information, enough only to make a basic communication, if ever?

Well, the answer might not come from me, because indeed need a reflection of everybody, which cannot be excluded from the other dimensions of the global project, the macrodimension of the micro personal life.

21/4/08

El presente de la educación

En México los niveles educativos, en cuanto a cantidad de tiempo, son unos de los más largos, consumiendo muchos años de nuestras vidas en su paso. Pero llegamos siempre a la diferencia de la cantidad vs. la calidad. Éste es un tema de discusión que se ha tenido desde años atrás y procuraría no tomar como ejemplo el mundo del pasado, tan diferente al mundo de ahora, que será tema de otro futuro escrito.

En cambio, puedo comentar que la experiencia que he tenido en los últimos años en cuanto a materia educativa me ha dejado claro las últimas tendencias: si quieres buena educación, debes buscarla por ti mismo. Poco a poco el moldeamiento que la educación superior trata de lograr es muy sencillo “eres joven, pero terminarás perdiendo tus ideales, acostúmbrate” como si se tratara de un determinismo absoluto.

Muchos maestros herederos de una tradición estudiantil con tendencias revolucionarias se jactan orgullosamente de la imagen de su generación, pero lo que transmiten en las aulas dista mucho de ello. Quedándose constantemente del gobierno como tarjeta de presentación diaria, nos enseñan que es mejor trabajar para el mismo enemigo aparente, claro, bajo supuestos “correctos” como lo son los conocimientos que ellos mismos transmiten.

Entonces llegan al absurdo de desechar cualquier idea que no presente una solución práctica, una solución tangible bajo los marcos que ellos consideran son los correctos, es decir, aquello que deje dinero y/o se inscriba en un proyecto novedoso, y demeritan a todo aquel que lo intente. Al parecer la impresión que ellos tienen de sus estudiantes es en el fondo muy pobre, esperando de los mismos poco que aportar.

Por ello, decidieron cambiar sus tendencias a crear autómatas, gente que memorice las técnicas de un programa o software específico, o alguna técnica de aplicación sencilla y fácilmente corruptible, sin razonar el alcance de su utilidad. Esperan que lleguen a puestos en una oficina del gobierno, o mejor aún, de empresas privadas, aunque ese puesto sea el equivalente de un técnico.

No es de extrañar frases como “El gobierno ha puesto en marcha un programa de… “, “Cuando estén trabajando capturando datos…” o “Esa es una buena idea, paténtala y véndela muy cara”. Pero no parece haber tendencia a mostrar cómo pensar en la buena voluntad de uno, de prestar sus servicios conscientemente de esperar poco o ningún pago a cambio, pero con la satisfacción de haber ayudado a una comunidad desprotegida o simplemente por pura autorrealización personal.

Es muy claro que la tendencia neoliberal del país se ha filtrado a tal nivel que aquellos que quieren más de lo que la educación ofrece tienen que buscarla en otros lugares. Pero entonces se concibe el fenómeno como “fuga de cerebros”, un mal que aqueja a la sociedad, cuya culpa es atribuida por lo general a los países receptores, pero nunca al sistema educativo del país expulsor.

Claro, es obvio que no soy el primero en hacer hincapié en este tipo de situaciones. Pero creo que en México su reflexión aunque existente, es muy escasa ante el abrumador peso de la ideología dominante, que no consciente de su situación como tal, tacha su opuesto con el adjetivo de ideología también, pero con una connotación negativa.

6/2/08

Cultura tecno: la revolución del celular

Hace años mi padre me contó que hubiera deseado tener un teléfono celular cuando mi abuelo, allá por los años ochenta, estaba internado en el hospital, pues con eso podría estar al pendiente y acudir ante cualquier emergencia. Todavía en mis años de educación básica me tocó vivir en aulas fuera de comunicación personal. Durante gran parte de los años noventa, tener un celular, era un lujo. Los precios comenzaron a ser accesibles y la comercialización tuvo su auge los últimos años de esa década.

A finales del bachillerato y principios de la licenciatura, no me fue extraño notar a casi todos mis conocidos con algún aparato telefónico. Originalmente, yo prefería no portar tal tecnología, era un peso extra no sólo físicamente, sino una responsabilidad por traer una cosa de alto valor a la vista de cualquiera. Tuve que ceder a petición de mi madre, quien descubrió en ello la mejor oportunidad de estar al pendiente de mí. Sin embargo, esa cuestión interrumpiría mi privacidad, y provocaría en mi la sensación de vigilancia innecesaria, pues muchos años de mi vida no tuve ningún problema en cuidarme solo.

La verdadera revolución no sólo fue en mi vida, sino en la vida de todos a mi alrededor. Poco a poco, las políticas comerciales de las compañías telefónicas influirian en la vida interpersonal de la gente. En las aulas, poco a poco los teléfonos sonaban. Antes de la llegada del celular, las clases sólo eran interrumpidas por la broma de algún gracioso, los ataques de locura del docente o el timbre de aviso a simulacro o recreo.

En el arribo tecnológico, los salones ocasionalmente se llenaban de tonos a mitad de la clase. Usualmente, quien llamaba era la madre del chico o chica para saber cómo estaba, tal como la mía; pues al llegar el celular, por alguna razón, la preocupación por el estado de bienestar del niño, quien pudo llevarla muy bien años antes, se creaba conforme la máquina se disponía.

Los maestros, furiosos ante un nuevo distractor, ordenaban a sus alumnos apagar el celular. Pero la tecnología evoluciona y se adapta, así que la modalidad de vibrador apareció. Con ello, las llamadas podían hacerse sin temor a que el tono del celular interrumpiera. Los maestros, ahora permitían a sus alumnos tener prendidos sus celulares, siempre y cuando fuera en modo vibrador.

Los teléfonos, dicho anteriormente, eran un peso extra y de gran volumen, así que se guardaban en las bolsas o mochilas personales, lo cual hizo volver a la necesidad de mantener el tono encendido. Los aparatos reducieron su tamaño, mas la costumbre de tenerlos fuera tardaría un poco más en reajustarse. El vibrador fue un fracaso, no siendo así la comercialización de tonos. Poco a poco, un nuevo tono salía al mercado, con lo cual el celular pasó de ser un regulador de la comunicación certera interpersonal a un modo de expresión individual, previamente dictaminado por los tonos ofrecidos al mercado en un inicio. 

Los maestros eran ahora asediados en sus clases por una oleada de tonos que hacían más ruido que las pláticas entre alumnos. Pero quizás la victoria del celular llegó cuando los mismos maestros fueron interrumpidos por sus propias máquinas, sólo para dar los buenos días a su familia, aunque estuvieran a mitad de un examen final.

Y fue así que una creación del humano terminó creando al humano mismo

La discusión sigue en La revolución del celular 2.