La inmersión en un sistema social ya muy definido por una educación segmentada y editada muchas veces imposibilita ver “más allá” de lo que las estructuras van creando. En las sociedades industriales, especialmente aquellas que forman a la clase trabajadora del sector secundario y principalmente del terciario, han incrementado cada vez más sus estudios hacia las ingenierías y carreras con referencia a negocios como administración o marketing. Cada vez encuentro menos gente dedicada a otras alternativas, ni siquiera el hecho de decir “me hubiera gustado” o “al menos compro libros, visito museos de” encuentro, ni mucho menos algo parecido pareciera nacer.
Estas profesiones son las que crearan a los obreros de la globalización, produciendo tecnología y vendiéndola. Se siguen las carreras como extensiones de la ecuación básica, como un paso entre bachillerato y universidad sin necesariamente una verdadera elección. Por una parte envidio a quienes realmente les gusta y tienen aptitudes para la carrera, pues están en el mejor momento que jamás pudieran tener, pero no son ellos quienes me preocupan, sino todos los demás.
Otra cuestión que me ha llamado la atención no es en sí lo corruptos que están los medios, cuya información tiene nada veraz; sino los “medios alternativos” los que me han consternado, canales culturales o similares, done la gente inteligente es mostrada como aquella que maneja algún conocimiento relacionado con la tecnología (no nada más las múltiples facetas de la ingeniería, sino incluso ya la muy de moda biotecnología y la computación).
La gente que aparece como innovadora, la que construirá el futuro en realidad se preocupa, al menos como lo presentan, en hacer más eficiente una tecnología, pero no una sociedad; aunque el discurso obviamente sobreentiende sin que sea verdad necesariamente, que con una mejor tecnología habrá una mejor sociedad. Por ejemplo, hacer un auto cada vez más veloz, pero no uno más seguro. Crear métodos para hacer que la “cruda” o el efecto embriagante del alcohol dure menos tiempo, pero no cómo combatir la adicción y disminuirla.
Mejores tecnologías de reconocimiento de la persona y de espionaje, pero no sobre acuerdos internacionales y de cooperación que hagan amigables a las naciones entre sí para un mejor desarrollo social, y aunque existen aquellos que si se relacionan con esos temas, obviamente no omiten la parte tecnológica que favorece a ciertos sectores pero no a toda la población.
Por otra parte, las historias de ficción y entretenimiento modernas muestran a un hombre o mujer inteligente estereotipado como alguien que domina una técnica o tecnología, alguien bueno con los números y con la maquinaria. El hacker o el programador es ahora el líder de un equipo, y si no lo es, al menos es crucial e indispensable. El científico explorador por otra parte es un aventurero, pero no un pensador.
Sin embargo, ¿Dónde está el pensador social? Él si está en la historias, pero juega un rol diferente, el del antagonista. Él es quien quizás está más preocupado por cambiar el orden social, mientras que el héroe es quien trata de mantener el status quo del mismo. Ambivalencias suceden cuando el villano ya tiene en su control el orden social, donde de cualquier modo el héroe tratará de luchar por recuperar ese orden original, correspondiente a los ideales contemporáneos del mundo real, aunque la historia ficticia esté ambientada en el pasado o en el futuro con respecto a nuestro tiempo.
¿Entonces realmente estamos o no ante una edad oscura del conocimiento, al menos de buscar un verdadero conocimiento? No es difícil darse cuenta de que la investigación original no es financiada por los gobiernos tanto como la aplicada. Si alguien no cuenta con alguna especialización es tachado de incompetente. Si tiene más de una (que en primera instancia no parezca próxima a la otra) es tachado de indeciso y por consiguiente, le es requerido que se concentre sólo en una.
¿Qué podemos concluir? Al parecer existe una variada gama de opciones de profesionalización, pero una aún segmentada y favorecida división social del trabajo, que crea ideología. El ideal renacentista del “todólogo” no es entendido ni respetado actualmente, especialmente si no circunnavega en las ya mencionadas favorecidas labores y mucho menos si las cuestiona. La visión tecnocrática domina sin que nos demos cuenta que entre más creamos en ésto, más contribuimos a mantener y reproducir el status quo de la desigualdad, una ignorancia que ha prevalecido siempre.
Estas profesiones son las que crearan a los obreros de la globalización, produciendo tecnología y vendiéndola. Se siguen las carreras como extensiones de la ecuación básica, como un paso entre bachillerato y universidad sin necesariamente una verdadera elección. Por una parte envidio a quienes realmente les gusta y tienen aptitudes para la carrera, pues están en el mejor momento que jamás pudieran tener, pero no son ellos quienes me preocupan, sino todos los demás.
Otra cuestión que me ha llamado la atención no es en sí lo corruptos que están los medios, cuya información tiene nada veraz; sino los “medios alternativos” los que me han consternado, canales culturales o similares, done la gente inteligente es mostrada como aquella que maneja algún conocimiento relacionado con la tecnología (no nada más las múltiples facetas de la ingeniería, sino incluso ya la muy de moda biotecnología y la computación).
La gente que aparece como innovadora, la que construirá el futuro en realidad se preocupa, al menos como lo presentan, en hacer más eficiente una tecnología, pero no una sociedad; aunque el discurso obviamente sobreentiende sin que sea verdad necesariamente, que con una mejor tecnología habrá una mejor sociedad. Por ejemplo, hacer un auto cada vez más veloz, pero no uno más seguro. Crear métodos para hacer que la “cruda” o el efecto embriagante del alcohol dure menos tiempo, pero no cómo combatir la adicción y disminuirla.
Mejores tecnologías de reconocimiento de la persona y de espionaje, pero no sobre acuerdos internacionales y de cooperación que hagan amigables a las naciones entre sí para un mejor desarrollo social, y aunque existen aquellos que si se relacionan con esos temas, obviamente no omiten la parte tecnológica que favorece a ciertos sectores pero no a toda la población.
Por otra parte, las historias de ficción y entretenimiento modernas muestran a un hombre o mujer inteligente estereotipado como alguien que domina una técnica o tecnología, alguien bueno con los números y con la maquinaria. El hacker o el programador es ahora el líder de un equipo, y si no lo es, al menos es crucial e indispensable. El científico explorador por otra parte es un aventurero, pero no un pensador.
Sin embargo, ¿Dónde está el pensador social? Él si está en la historias, pero juega un rol diferente, el del antagonista. Él es quien quizás está más preocupado por cambiar el orden social, mientras que el héroe es quien trata de mantener el status quo del mismo. Ambivalencias suceden cuando el villano ya tiene en su control el orden social, donde de cualquier modo el héroe tratará de luchar por recuperar ese orden original, correspondiente a los ideales contemporáneos del mundo real, aunque la historia ficticia esté ambientada en el pasado o en el futuro con respecto a nuestro tiempo.
¿Entonces realmente estamos o no ante una edad oscura del conocimiento, al menos de buscar un verdadero conocimiento? No es difícil darse cuenta de que la investigación original no es financiada por los gobiernos tanto como la aplicada. Si alguien no cuenta con alguna especialización es tachado de incompetente. Si tiene más de una (que en primera instancia no parezca próxima a la otra) es tachado de indeciso y por consiguiente, le es requerido que se concentre sólo en una.
¿Qué podemos concluir? Al parecer existe una variada gama de opciones de profesionalización, pero una aún segmentada y favorecida división social del trabajo, que crea ideología. El ideal renacentista del “todólogo” no es entendido ni respetado actualmente, especialmente si no circunnavega en las ya mencionadas favorecidas labores y mucho menos si las cuestiona. La visión tecnocrática domina sin que nos demos cuenta que entre más creamos en ésto, más contribuimos a mantener y reproducir el status quo de la desigualdad, una ignorancia que ha prevalecido siempre.
1 comentario:
He visto hasta el cansancio como los temas que se tratan en internet casi son meramente "tecnológicos" pero no sociales.
Como bien señalas quienes son especialistas, más aún si tienen que ver con tecnología, son héroes. Tal vez porque la tecnología está en las narices de todos y al alcance de pocos.
¿A qué me refiero? Por una parte todos creen "dominar internet" porque tienen facebook, todos dominan ofimática porque escriben textos en word y una larga lista de ejemplos. Pero si de relaciones personales se trata, no consiguen tener amigos ni estabilidad en pareja y siguen presentando errores de sintáxis y un carente lenguaje al escribir, por más que word subraye las palabras mal escritas.
El tener las herramientas no nos hace mejores personas y, además, queremos tener las últimas herramientas (que no vamos a usar más allá de lo mismo) y no propiciamos un entorno colaborativo donde la educación vaya por delante. si eso hiciéramos, ¿dónde quedaría el status quo? La máxima de éste siglo: valgo por lo que tengo, no por lo que soy.
Sólamente educándonos para pensar, para atrevernos a desafiar lo establecido, argumentándonos, podremos empezar a entender a los demás como seres y no como objetos.
Atte. Un todólogo.
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