14/2/08

El mejor regalo

Hoy 14 de febrero fui testigo una vez más del ritual de consumo. Amados novios regalaban a sus parejas un globo, una rosa, un muñeco de peluche. Con el regalo, los besos, abrazos y caricias venían acompañados. Las sonrisas e ilusiones se desprendían de sus caras. Pero aunque los más jóvenes parecían tomarse muy en serio este día, otros no lo fueron tanto.

Mujeres cargando bolsas de regalos y globos gigantes tenían una cara que reflejaba la rutina en todo su esplendor. Será muy probable que dichos obsequios terminen en el olvido de la basura. A final de cuentas, se dice que el detalle es lo que importa. Si ese es el caso, ¿porqué no regalar sólo los besos, caricias y abrazos? La reciprocidad social es el mejor regalo que podemos recibir y el más barato. Incluso una sonrisa puede ser más gratificante que una simple caja de chocolates.

¿Y por qué decidir hacerlo sólo hoy, o el día de las madres, o en cada cumpleaños? ¿No sería mejor hacerlo todos los días? No sería posible, pues convertiríamos esas acciones en rutina y la sorpresa del contraste se perdería; y eso justamente sucede conforme creamos más y más días absurdos donde celebramos lo que tenemos todos los días, pero que hemos olvidado.

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