27/9/10

Hipocresías y contradicciones que hacemos sin querer queriendo 2

Cuando uno NO está pidiendo una opinión, lo primero que dice el otro es su opinión.

Y aún si se pidiera una observación crítica, ésta no es imparcial, siempre lleva un juicio de valor.

Cuando uno da un ejemplo, el otro cree que significa más éste que lo que realmente se está ejemplificando.

El otro muchas veces no entiende lo que uno dice, aún así, cree que lo que entendió es más verdadero que lo que uno le está diciendo.

Básicamente, el otro cree que tiene la verdad más que uno (y viceversa). !Aún cuando no sepamos nada al respecto!

20/9/10

¿Libertad de elección?: Somos lo que comemos 2

La gente es muy celosa de los placeres de la vida, claro está, que dicha definición de placeres sea la idea generalizada. Existe una innumerable lista, pero como siempre me enfocare a los estilos de vida. Por ejemplo, la aparente “tortura” de seguir una dieta. Estamos acostumbrados a ciertos alimentos, muchos de ellos con un sabor agradable al paladar, pero con ciertas consecuencias poco nutricionales. Me he preguntado hasta que punto puede ser la gente celosa tanto de los placeres del gusto por la comida, que se anteponen a la salud integral.

Yo he vivido casi la mitad de mi vida con lo que por sentido común conocemos como “dieta”, una tan perpetua que simplemente he dejado de verla como tal. Mucha gente a través de estos años se ha sorprendido de que no consuma ciertos alimentos, y sin embargo sigo restringiéndome. Ahora puedo decirles que efectivamente sufro de deficiencias en mi sistema metabólico, y no por la dieta, sino por una genética y un estilo de vida previo al inicio de dicha dieta.

Ésta suele ser la primera en salir como culpable, y más si es vegetariana. “es que no consumes suficientes proteínas”, “es que no consumes suficientes lácteos”, etc, etc. Dejenme comentar que, de no haber sido por las restricciones, hubiera desarrollado mi deficiencia desde años atrás. En realidad la dieta no mejoró las cosas, sino impidió que empeoraran, pero nunca fue algo nocivo en su totalidad, simplemente ha llegado el punto en mi vida en el cual ya no es suficiente.

Mi dieta actual por el resto de mi vida sigue y seguirá siendo la misma, con muchas restricciones. Eso no me preocupa, ni me pone triste, sino el hecho de que ahora dependo de medicamentos, análisis y visitas al doctor recurrentes cual vil enfermedad crónica.

Así que, mientras una persona se deleita con el rico sabor de una comida alta en grasas y azucares, yo encuentro en realidad placer en aumentar mi esperanza de vida. Me pregunto entonces, si yo con unos cuantos años de pasar por obesidad infantil y con un estilo de vida tan cuidadoso ya ha sido comprometida mi salud de por vida, ¿cómo será la calidad de vida de otros? ¿cómo será la calidad de vida de las próximas generaciones en México, con índices cada vez mayores de obesidad?

Las preguntas como siempre quedan al aire.

13/9/10

Decir en el tiempo

Me ha interesado poner atención en varias cuestiones dentro de las pláticas de sentido común que se desarrollan en la vida cotidiana. Por un lado, desprestigiar actos en el pasado, lo cual no está incorrecto ni nada por el estilo, sino por su carácter insistente que de no haber pasado estaríamos mejor. Claro está, que dichos eventos tengan ya tanto tiempo de haber ocurrido. Por ejemplo, en México comúnmente se condena la conquista española, sin embargo, de haber sucedido algo diferente, el rumbo de la historia habría tomado otro y, bueno, esencialmente “no existiríamos”.

Lo que está mal es, en tal caso, seguir sometiendo al pueblo, dejar sin resolver tantas violaciones a los derechos humanos, explotar los recursos naturales y culturales, y así sucesivamente. Esas cosas son aquellas de las cuáles sí tenemos el poder en el presente, para un mejor futuro. El pasado no cambia, los daños están hechos, pero reescribir el pasado e ignorar el presente no lo son del todo.

Por otra parte, imagino que hemos escuchado en varios momentos frases como “los niños son el futuro”. La frase parece entonces poner las esperanzas en otras generaciones, unas que aunque tendrán el poder en el futuro, en realidad no lo tienen en el presente. Sin un cambio en las generaciones responsables de su tiempo, el futuro sólo queda en una fantasía. Sin buena educación, sin cambios en las condiciones que guíen esas nuevas generaciones, lo más lógico será esperar que reproduzcan lo que nosotros hacemos.

Dejamos la responsabilidad del cambio a otros, sin cambiar nosotros mismos.