Desde que la tecnología ha brindado máquinas que entretienen algunos de nuestros sentidos, la atención se ha enfocado hacia ellas, dejando de lado la experiencia del intercambio comunicativo tradicional, así como el interés en recuperarlo. La dinámica al interior de los hogares o de otros espacios está dirigida hacia el constante entretenimiento de nuestros sentidos, como si no fuéramos capaces de funcionar sin esa estimulación. Tener siempre prendido el radio, la televisión o la computadora es algo casi obligatorio, a veces sin necesidad de escuchar algo en especial, un programa favorito que ver o un sitio de Internet que navegar.
La socialización está enfocada en esas tecnologías y negadas en la vida terrenal donde uno respira. La soledad, sin embargo, está presente, sea ante las ideas absurdas de socialización tan cortas que nos cuesta pensar en la larga duración. El conjunto de estas ideas desemboca en la anomia, en la segregación, a veces tan simple de ver como el ignorar a alguien o prestarle poco interés. Es aquí donde realmente reflexionamos y decimos, “¡Oh! la televisión tiene razón”, o tal vez lo contrario, “ella es la culpable” cuando en realidad tanto ella como las otras tecnologías son producto nuestro y las reflexiones en realidad no existirían y mucho menos tendrían sentido si nosotros no usáramos esos objetos.
Pero el sentido ya está presente en nuestros días, el cual cada uno encuentra muchas veces por desgracia en esos medios; que más allá de la tecnología posibilitadota, es el contenido transmitido. Y aquí siendo realista, la mayoría de la población no está lo suficientemente educada para poder tener un pensamiento crítico en cuanto a esos contenidos o de sí mismos. A veces uno puede desear relajarse y buscar entretenimiento, lo cual es comprensible, pero cuando esta práctica se vuelve rutina diaria privilegiada, dejando de lado otras cuestiones que podrían ser más productivas, interesantes e importantes, como la comunicación humana frente a frente o la búsqueda de conocimiento que movilice nuestras acciones hacia una mejor convivencia, no dictada por una empresa de consumo de entretenimiento, entonces vamos hacia una reconfiguración que nos llevará a una crisis, la cual a pesar de estar presente, no somos conscientes de ella, pues estamos atentos a los medios que niegan su existencia.
La socialización está enfocada en esas tecnologías y negadas en la vida terrenal donde uno respira. La soledad, sin embargo, está presente, sea ante las ideas absurdas de socialización tan cortas que nos cuesta pensar en la larga duración. El conjunto de estas ideas desemboca en la anomia, en la segregación, a veces tan simple de ver como el ignorar a alguien o prestarle poco interés. Es aquí donde realmente reflexionamos y decimos, “¡Oh! la televisión tiene razón”, o tal vez lo contrario, “ella es la culpable” cuando en realidad tanto ella como las otras tecnologías son producto nuestro y las reflexiones en realidad no existirían y mucho menos tendrían sentido si nosotros no usáramos esos objetos.
Pero el sentido ya está presente en nuestros días, el cual cada uno encuentra muchas veces por desgracia en esos medios; que más allá de la tecnología posibilitadota, es el contenido transmitido. Y aquí siendo realista, la mayoría de la población no está lo suficientemente educada para poder tener un pensamiento crítico en cuanto a esos contenidos o de sí mismos. A veces uno puede desear relajarse y buscar entretenimiento, lo cual es comprensible, pero cuando esta práctica se vuelve rutina diaria privilegiada, dejando de lado otras cuestiones que podrían ser más productivas, interesantes e importantes, como la comunicación humana frente a frente o la búsqueda de conocimiento que movilice nuestras acciones hacia una mejor convivencia, no dictada por una empresa de consumo de entretenimiento, entonces vamos hacia una reconfiguración que nos llevará a una crisis, la cual a pesar de estar presente, no somos conscientes de ella, pues estamos atentos a los medios que niegan su existencia.
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