Traducción del texto “Realoj pri signolingvoj”
Comienzo con algo que muchos se estarán preguntando: ¿Existe sólo una lengua de señas? La respuesta es definitivamente no. Cada país (quizás no todos en el mundo pero si una gran parte) cuenta con su propia lengua de señas y a veces con más de una, como el caso de México, que cuenta con la Mexicana y la Yucateca. La lengua de señas no es algo universal como muchos piensan; a decir verdad, son lenguas que poseen una estructura y reglas gramaticales como cualquier otra; pero claro, sus propiedades y forma son distintas. La lengua de señas no es tampoco una señalización de un idioma, por ejemplo, la lengua de señas mexicana es una cosa un tanto diferente de lo que es el español signado, el cual es tratar de decir algo con reglas que existen en la gramática del español pero con la lengua de señas.
Esto rompe también el mito de que la lengua de señas es algo improvisado que fácilmente los sordos (curiosamente no los oyentes) entienden de forma natural. Es claro que los sordos lo entienden por que muchos de ellos son educados con esa lengua y también pasan por el proceso de aprendizaje, por lo que no son expertos señantes de la noche a la mañana. La lengua de señas, por su carácter gestual, puede ser en muchos momentos entendida a grandes rasgos, siguiendo una aparente idea, pero al igual que las palabras, muchas veces lo que parece decir no es lo que se está diciendo.
En el caso de la universalidad de la lengua de señas, existe una lengua internacional de señas, comúnmente llamado gestuno, que a manera de esperanto pretende utilizarse entre señantes de diferentes nacionalidades, sea para eventos de carácter internacional o para socializar en un país o región extranjera. El siguno, una amalgama de esperanto y gestuno, en realidad se trata de un código de letras en esperanto hechas con señas del gestuno, es decir, no se trata aún de una lengua de señas formal y aun dista de un uso común tanto de la comunidad internacional de señantes como de los esperantistas.
Otro aspecto interesante es la escritura. Se piensa que las lenguas de señas no tienen escritura. Es cierto en el sentido de que no es algo que se use e incluso se conozca, pero si existen muchas investigaciones que han tratado de desarrollar una forma de escritura. Aunque si se pudiera desarrollar una buena escritura, habría que superar algunas cuestiones fundamentales: el espacio, el tiempo y el conocimiento de la persona.
El espacio es de suma importancia en las lenguas de señas, sirve como escenario; como sostén de ideas, personas, objetos; como organizador de lo que se está diciendo, lo que muchas veces ahorra el repetir señas de algo que por su ubicación en el espacio se conoce; esta cuestión plasmada en dos dimensiones es algo sumamente difícil de concebir. El tiempo, más allá de la temporalidad de las frases e ideas, es necesario identificarlo con los movimientos, sean rápidos o lentos, le que le dan aspecto a las señas, lo cual muchos debemos presenciar para poder entender lo que se dice; por ello, conocer a la persona, tanto al ser humano en general, como al señante nos permite deducir muchas veces cuestiones que un humano plano y homogeneizado de dos dimensiones de temporalidad congelada no nos podría decir.
Comienzo con algo que muchos se estarán preguntando: ¿Existe sólo una lengua de señas? La respuesta es definitivamente no. Cada país (quizás no todos en el mundo pero si una gran parte) cuenta con su propia lengua de señas y a veces con más de una, como el caso de México, que cuenta con la Mexicana y la Yucateca. La lengua de señas no es algo universal como muchos piensan; a decir verdad, son lenguas que poseen una estructura y reglas gramaticales como cualquier otra; pero claro, sus propiedades y forma son distintas. La lengua de señas no es tampoco una señalización de un idioma, por ejemplo, la lengua de señas mexicana es una cosa un tanto diferente de lo que es el español signado, el cual es tratar de decir algo con reglas que existen en la gramática del español pero con la lengua de señas.
Esto rompe también el mito de que la lengua de señas es algo improvisado que fácilmente los sordos (curiosamente no los oyentes) entienden de forma natural. Es claro que los sordos lo entienden por que muchos de ellos son educados con esa lengua y también pasan por el proceso de aprendizaje, por lo que no son expertos señantes de la noche a la mañana. La lengua de señas, por su carácter gestual, puede ser en muchos momentos entendida a grandes rasgos, siguiendo una aparente idea, pero al igual que las palabras, muchas veces lo que parece decir no es lo que se está diciendo.
En el caso de la universalidad de la lengua de señas, existe una lengua internacional de señas, comúnmente llamado gestuno, que a manera de esperanto pretende utilizarse entre señantes de diferentes nacionalidades, sea para eventos de carácter internacional o para socializar en un país o región extranjera. El siguno, una amalgama de esperanto y gestuno, en realidad se trata de un código de letras en esperanto hechas con señas del gestuno, es decir, no se trata aún de una lengua de señas formal y aun dista de un uso común tanto de la comunidad internacional de señantes como de los esperantistas.
Otro aspecto interesante es la escritura. Se piensa que las lenguas de señas no tienen escritura. Es cierto en el sentido de que no es algo que se use e incluso se conozca, pero si existen muchas investigaciones que han tratado de desarrollar una forma de escritura. Aunque si se pudiera desarrollar una buena escritura, habría que superar algunas cuestiones fundamentales: el espacio, el tiempo y el conocimiento de la persona.
El espacio es de suma importancia en las lenguas de señas, sirve como escenario; como sostén de ideas, personas, objetos; como organizador de lo que se está diciendo, lo que muchas veces ahorra el repetir señas de algo que por su ubicación en el espacio se conoce; esta cuestión plasmada en dos dimensiones es algo sumamente difícil de concebir. El tiempo, más allá de la temporalidad de las frases e ideas, es necesario identificarlo con los movimientos, sean rápidos o lentos, le que le dan aspecto a las señas, lo cual muchos debemos presenciar para poder entender lo que se dice; por ello, conocer a la persona, tanto al ser humano en general, como al señante nos permite deducir muchas veces cuestiones que un humano plano y homogeneizado de dos dimensiones de temporalidad congelada no nos podría decir.
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